2009-07-01

El cine que no amaba a las mujeres 'hacker'-MERCÈ MOLIST

REPORTAJE: TENDENCIAS EP

Andróginas, solitarias, duras, anoréxicas, así pinta el celuloide a las mujeres que se dedican a la informártica

Primero fue la brillante Sandra Bullock de La red; después vinieron la agresiva Angelina Jolie de Hackers y la glacial Trinity de Matrix. Lisbeth Salander, protagonista de Los hombres que no amaban a las mujeres, es el rizo del estereotipo de la mujer hacker, una mezcla de todas las anteriores con una novedosa carga psicológica: muy mental y masculina, siniestra hasta la crueldad, la perfecta víctima de una familia disfuncional.

Como ya hicieron la

literatura y el cine con sus compañeros, las mujeres hacker contemplan cómo se las presenta al gran público embutidas en un saco de tópicos. Así lo cree Blackhold: "Las chicas que conozco relacionadas con la informática no llevan piercings y tatuajes como Lisbeth, o por lo menos no tantos. Son chicas normales y más abiertas".

La bella y legendaria Barbara Thoens, del grupo alemán de hackers Chaos Computer Club, o la polaca experta en virus Joanna Rutkowska, que no sale de viaje sin una plancha y su kit de maquillaje, posiblemente gritarían ante el desaliño y masculinidad de Lisbeth. Y la corpulenta Binaria, integrante en los años 90 del grupo español La Vieja Guardia, debe desternillarse ante tanta hacker anoréxica de película.

Tampoco nada tiene que ver con el tópico cinemtográfico de la mujer hacker, Amaya Rodrigo, la dulce amante de los animales, la primera mujer programadora de Debian (una distribución de GNU/Linux) en Europa.

Fundadora de Debian Women y defensora de los derechos de las mujeres en la red, la estética de Rodrigo se parece más bien poco a la ciberpunk Lisbeth. Blackhold añade: "No son mujeres agresivas, como se ve en la película, pero sí muy activas, impulsivas, que no pierden el tiempo".

Blackhold trabaja como administradora de sistemas en Barcelona. A los tres años de edad jugaba con un

Commodore, y a los cuatro cargaba ella sola los juegos. "Aprendí a escribir a máquina antes que a mano", explica.

No ha habido tinglado hacktivista en los últimos años donde no estuviera esta joven. En 2008, organizó el primer encuentro técnico Summer Camp Garrotxa, que este año a mediados de julio, se repite en Girona.

Blackhold asegura no sentirse identificada con la protagonista de la película, pero sí comparte algunos rasgos psicológicos, aunque con algo menos de intensidad, como la sintonía con las ideas ciberpunk o la relación con los temas llamados femeninos: "Muchas cosas que se atribuyen a las mujeres, como maquillarse o hablar de vestidos, me aburren. Prefiero mil veces hablar de cualquier tema técnico".

Blackhold considera que la timidez y caracter solitario de Lisbeth son comunes a muchos y muchas hackers, causa y consecuencia de pasar tantas horas ante un ordenador, hasta convertirlo en un arte. Pero es una soledad física y emocional, que no mental: "Gracias a la informática he conocido a muchísima gente y he podido hacer cosas de las que no habría sido capaz si no estuviese en un mundo tan activo"...

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