2011-02-10

El narrador del cuento tiene dos mamás

Los libros infantiles enseñan a abordar con naturalidad realidades y asuntos familiares minoritarios o tabú.

FUENTE: EL PAIS

"Un niño de siete años debería conocer algunos acontecimientos de la historia familiar, de la vida o de la infancia de los padres o de los bisabuelos. Y algo de la propia biografía, para poder contar un par de anécdotas sobre uno mismo cuando era más pequeño...", afirma la pedagoga alemana Donata Elschenbroich en Todo lo que hay que saber a los siete años (Destino, 2010). Y la pregunta es: ¿los pequeños saben hablar de su entorno? No hay un tipo de familia única y las editoriales se hacen eco en sus cuentos de esta realidad. Estas páginas pueden ser protagonizadas por Paloma Li, que nació en China y fue adoptada; Carmen, que tiene dos mamás o Antonio, de padre desconocido. El arco de la temática infantil se abre también a temas espinosos como el alzhéimer, la discapacidad o la muerte. No vale decir "se ha dormido para siempre" porque a edades tempranas uno tiende a quedarse con una interpretación literal.

"Cuando los estudios dicen que la mayoría de los chicos de 13 años piensan que la homosexualidad es una enfermedad, el problema es de los adultos. El niño nace sin prejuicios, son los mayores quienes los transmiten", sostiene Natividad de la Puerta, dueña de A Fortiori, un sello "pequeño, periférico, independiente y suicida". Con su colección En favor de la familia pretende "enseñar que el valor universal es el amor, con independencia del tipo de familia". En sus libros -también editados en euskera- la novia de papá no es una madrastrona o los niños no están sobreprotegidos. "De repente, los padres quieren que sean capaces de tomar sus propias decisiones y ellos no saben. ¿Cómo van a saber? Para eso hay que entrenarse", se queja esta ex directora de un colegio y doctora en Historia Económica.
"En Intermón Oxfam empezamos a editar libros infantiles hace 15 años", cuenta Cristina Concellón, su responsable. "Eran multiculturales, protagonizados por niños de otros ámbitos geográficos y ocurrían allí. Y nos dimos cuenta de que no llegaban a los lectores. Tenían demasiada moralina. Intentábamos meter el mensaje de la tolerancia de forma obvia y el niño lo rechazaba". Por eso hace siete años empezaron a sacar libros interculturales -un escenario cercano al pequeño lector, que en muchas ocasiones comparte pupitre con alumnos inmigrantes- con una trama divertida y en la que su situación personal se lleva con naturalidad, es anecdótica.
De esta moralina quiso huir Lucía Moreno cuando fundó Topka en 2006. No encontraba libros que dibujasen la realidad de su hija "magrebí, con zapatos ortopédicos y dos mamás". Moreno sostiene que en los libros la diversidad suele ser la protagonista, y no el telón de fondo. En su colección de libros sobre Manu -un trasto de tres años- "no se hace hincapié en que él tiene dos mamás, porque eso no es lo que les interesa a los niños, sino si se cae o no de la silla".
"No es verdad que ahora haya más familias singulares. Siempre se adoptó, pero no se decía, los homosexuales adoptábamos como solteros... Lo que sí que hay es una mayor concienciación", prosigue Moreno.

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